UN POCO DE SU HISTORIA
La humanidad ha disfrutado de las pasas de uva desde los inicios de la civilización. Los primeros fenicios y egipcios fueron los responsables de la expansión de la popularidad de las pasas de uva en todo el mundo occidental. Debido a la gran capacidad de almacenaje y la facilidad de transporte, las pasas de uva viajaron con Cristóbal Colón, le hicieron cosquillas al paladar de George Washington en el monte Vernon, ayudaron a incentivar a Robert E. Peary a conquistar el Polo Norte en 1908, y acompañaron al astronauta Scout Carpenter en el espacio en 1962.
Como eran muy fácil de transportar, conservar y almacenar, las uvas pasas acompañaron a Cristóbal Colón en su primer viaje, para descubrir las Américas. El resto de navegantes también conocían las virtudes de las pasas y las llevaban en las bodegas de sus barcos en las grandes expediciones históricas.
Como curiosidad, al primer presidente de los Estados Unidos George Washington le encantaban. Acompañaron a Robert E. Peary, cuando alcanzó por primera vez el Polo Norte en el año 1908. Y aunque parezca increíble, en 1962, acompañaron al astronauta Scout Carpenter en el espacio.
En la antigua Roma se empleaban las pasas como moneda de trueque, para elaborar medicamentos, como premio en las competiciones atléticas, e incluso para pagar impuestos.
Etimología de la palabra pasas
La palabra pasas es un término procedente de la abreviación del sintagma latino uva passa. En contra de lo que pudiera pensarse, no proviene de “pasarse” el grano de la uva, hasta secarse. Sino que es una voz cuya etimología se encuentra en el verbo latino pandere, del participio pasivo passus, passa, passum= extendido, tendido, desplegado al aire para que se seque. Con ese valor semántico se utilizaba el término a finales del siglo XIV.